martes, 28 de enero de 2014

Capítulo 17 ~ Malas noticias

El coche estaba destrozado. Él había logrado abrir la puerta y salir, pero ella estaba inconsciente.
El otro vehículo era una moto en la que viajaba una pareja, ambos morenos de ojos claros. Ellos estaban bien.
Álvaro se acercó a la puerta del copiloto y la abrió. De sus ojos brotaron dos enormes lágrimas. <<Respira>> pensó.

- ¡Vane! ¡Vane! -gritó zarandeándola.
- No la muevas. -advirtió el otro joven. -Voy a llamar a una ambulancia.

Álvaro soltó a Vane y la cogió la mano. <<Vas a ponerte bien>> susurró.

- La ambulancia ya viene de camino.
- Gracias.

A lo lejos vieron parpadear unas luces naranjas acompañadas de la típica sirena de emergencia. Cuatro personas bajaron de la ambulancia sosteniendo una camilla.

- ¿Qué ha pasado? ¿La habéis movido? -preguntó una de las mujeres.

Álvaro no podía hablar, estaba paralizado, y la enfermera se dio cuenta. Sacó una manta de la ambulancia y le cubrió con ella. Mientras los otros tres enfermeros sacaban a Vane del coche y la subían a la camilla, ella cogió un maletín y extrajo un poco de algodón y unas vendas.

- No te muevas. Tienes una pequeña brecha. -La enfermera le miró a los ojos llorosos. -Tranquilo, se va a poner bien. Puedes acompañarnos si quieres.

Álvaro asintió.

- Perdona, ¿puedes llamar a este número? Lo haría yo pero… no puedo…
- Claro que sí, déjamelo.  -Asintió la enfermera.

Marcó el número y del aparato salió la voz de una joven un poco preocupada.

- ¿Álvaro? ¿Dónde estáis? ¿Sabes algo de Vane?
- Hola, me llamo Paula. Álvaro está a mi lado.
- ¿Ha pasado algo?
- Verás, han tenido un accidente con el coche.


*EN EL MCDONALD’S*

Se me llenaron los ojos de lágrimas. No me lo podía creer.

- ¿Qué te pasa mi niña? -me preguntó Blas.
- Álvaro… Vane… coche… -tartamudeé.

Blas cogió mi móvil.

-¿Hola? -dijo.
- Hola, me llamo Paula.
- ¿Qué ha pasado? ¿Dónde están?
- Verás, ha sido un accidente de coche. Él está bien, pero ella está inconsciente. Álvaro me ha dicho que os llamara.
- ¿Es grave?
- Lo siento, tengo que colgar. Podéis venir a verlos al hospital  Severo Ochoa, ¿sabes dónde está?
- Sí, gracias…


Blas colgó y me devolvió el teléfono. Explicó a los demás el por qué de mis lágrimas y todo lo que Paula, la enfermera, le había dicho por teléfono. No hizo falta más, nos levantamos y nos dirigimos lo más rápido posible al hospital con la esperanza de que no fuera demasiado tarde.

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