El coche
estaba destrozado. Él había logrado abrir la puerta y salir, pero ella estaba
inconsciente.
El otro
vehículo era una moto en la que viajaba una pareja, ambos morenos de ojos
claros. Ellos estaban bien.
Álvaro se
acercó a la puerta del copiloto y la abrió. De sus ojos brotaron dos enormes
lágrimas. <<Respira>> pensó.
- ¡Vane!
¡Vane! -gritó zarandeándola.
- No la
muevas. -advirtió el otro joven. -Voy a llamar a una ambulancia.
Álvaro soltó
a Vane y la cogió la mano. <<Vas a ponerte bien>> susurró.
- La
ambulancia ya viene de camino.
- Gracias.
A lo lejos
vieron parpadear unas luces naranjas acompañadas de la típica sirena de
emergencia. Cuatro personas bajaron de la ambulancia sosteniendo una camilla.
- ¿Qué ha
pasado? ¿La habéis movido? -preguntó una de las mujeres.
Álvaro no podía
hablar, estaba paralizado, y la enfermera se dio cuenta. Sacó una manta de la
ambulancia y le cubrió con ella. Mientras los otros tres enfermeros sacaban a
Vane del coche y la subían a la camilla, ella cogió un maletín y extrajo un
poco de algodón y unas vendas.
- No te muevas.
Tienes una pequeña brecha. -La enfermera le miró a los ojos llorosos.
-Tranquilo, se va a poner bien. Puedes acompañarnos si quieres.
Álvaro
asintió.
- Perdona,
¿puedes llamar a este número? Lo haría yo pero… no puedo…
- Claro que
sí, déjamelo. -Asintió la enfermera.
Marcó el
número y del aparato salió la voz de una joven un poco preocupada.
- ¿Álvaro? ¿Dónde
estáis? ¿Sabes algo de Vane?
- Hola, me
llamo Paula. Álvaro está a mi lado.
- ¿Ha pasado
algo?
- Verás, han
tenido un accidente con el coche.
*EN EL
MCDONALD’S*
Se me
llenaron los ojos de lágrimas. No me lo podía creer.
- ¿Qué te
pasa mi niña? -me preguntó Blas.
- Álvaro…
Vane… coche… -tartamudeé.
Blas cogió
mi móvil.
-¿Hola?
-dijo.
- Hola, me
llamo Paula.
- ¿Qué ha
pasado? ¿Dónde están?
- Verás, ha
sido un accidente de coche. Él está bien, pero ella está inconsciente. Álvaro
me ha dicho que os llamara.
- ¿Es grave?
- Lo siento,
tengo que colgar. Podéis venir a verlos al hospital Severo Ochoa, ¿sabes dónde está?
- Sí,
gracias…
Blas colgó y
me devolvió el teléfono. Explicó a los demás el por qué de mis lágrimas y todo
lo que Paula, la enfermera, le había dicho por teléfono. No hizo falta más, nos
levantamos y nos dirigimos lo más rápido posible al hospital con la esperanza
de que no fuera demasiado tarde.
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