miércoles, 5 de febrero de 2014

Capítulo 19 ~ Buenas noticias

Pasamos allí toda la noche. Sólo Cora fue capaz de dormir un poco. Miré el reloj. Las seis de la mañana. Desde que Álvaro volvió de la habitación de Vane no habíamos tenido más noticias, según los médicos sólo nos quedaba esperar.

- Voy a por un café. –dijo Blas. -¿Queréis algo?
- Espera, voy contigo. –respondí. –Y de paso voy al servicio.
- Tráeme otro a mí, anda. –dijeron Carlos y Dani.

Nos levantamos y, cogidos de la mano, fuimos hacia la cafetería. De camino entré en el baño. Cerré la puerta, me sujeté el pelo con la mano, me incliné sobre el váter y vomité. Después apoyé las manos en el lavabo, me mojé la cara y me miré en el espejo. Estaba hecha un desastre, las lágrimas habían hecho que el maquillaje de los ojos se esparciese alrededor. Cogí un trozo de papel, lo mojé e intenté limpiarlo un poco, pero resultó inútil. Salí del baño.

- Sí que has tardado. –dijo Blas.
- Lo siento.
- No lo sientas. –respondió dándome un beso en la mejilla.

Llegamos a la cafetería.

- Tres cafés, por favor. ¿Quieres algo princesa? –me sugirió Blas.
- No gracias… no tengo hambre… -respondí.
- Tienes que comer algo… -dijo Blas con cara de pena.
- Luego si eso bajo a por un sándwich. –dije mintiendo.

Me senté en una de las mesas mientras esperábamos y saqué el móvil. Tenía un montón de mensajes pero no los leí. Bloqueé la pantalla y me miré. Blas llegó con los tres cafés en una bandeja y, al verme, dejó todo encima de la mesa. Me quitó el móvil y dijo:

- Estás preciosa.
- No es cierto Blas. No puedo estar preciosa cuando una de mis mejores amigas está en coma y no sabemos si despertará.
- Aun así, estás preciosa. ¿Quieres que subamos y preguntemos si puedes pasar a verla?

Asentí.
Pulsamos el botón del ascensor y, una vez dentro, el botón de la planta 5. Cuando se cerraron las puertas, Blas se acercó a mí y me secó las lágrimas.

- Me acuerdo que ayer, cuando vimos Titanic, también lloraste pero a la vez sonreías…
- Lo siento Blas, pero necesito saber que Vane va a ponerse bien.
- Sólo quiero verte llorar si es de alegría, ¿vale?

Se acercó aún más a mí, sosteniendo la bandeja con la mano izquierda. Sus labios rozaron los míos pero algo nos interrumpió. Era mi móvil. Era Carlos. No me dio tiempo a contestar cuando la voz de Patri dijo ilusionada a través de la línea:

- ¡Buenas noticias!
- ¿Ha despertado? –dije mientras ponía el altavoz.
- No lo sé, pero nos han dicho que ha mejorado mucho.


Colgué. Abracé a Blas con tanta fuerza que la bandeja con los cafés acabó en el suelo. <<Te lo dije>> me susurró al oído. 

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