Pasamos por
delante de la sala de espera. No había nadie. Fuimos hacia la habitación de
Vane, allí estaban todos. Las piernas me temblaban.
- ¿Y? ¿Qué
os han dicho? –pregunté.
- Todavía
nada, pero los médicos están demasiado serios. –contestó David.
- Tranquila,
seguro que todo va genial. –me animó Blas.
- ¿Y sus
padres? –pregunté.
- Les han
llamado hace un ratito. –dijo Carlos.
- ¿Y Álvaro?
–preguntó Blas.
- Se ha ido
con ellos. –respondió Alba.
Médicos y
más médicos pasaban a nuestro alrededor. Mientras, en la habitación de Vane,
una enfermera le cambiaba las botellas de suero y tiraba las gastadas a la
basura. Salió de la habitación. Me acerqué a ella y le pregunté si podía pasar
a ver a mi amiga, a lo que respondió afirmativamente. Una vez dentro, me
acerqué a Vane y le susurré al oído:
- Vas a
ponerte bien. –Y después añadí. –Vamos a ponernos bien.
No pude
evitar que una lágrima cayese de mis ojos.
De pronto,
alguien abrió la puerta de la habitación. Era Patri.
- Tenemos
que hablar y… bueno… quería que os enteraseis las dos.
- Pero Vane…
-contesté.
- Dicen que,
aunque esté en coma, podría oírnos.
- Pues
entonces dinos. Te escuchamos. –dije esbozando una sonrisa.
- El otro
día, Carlos y yo dimo un paso más y bueno… creo que…
- ¡Estás
embarazada! –la interrumpí.
- No te
enfades. Sé que los dos somos jóvenes pero… -dijo Patri mientras sus mejillas
se tornaban de rojo.
- ¿Lo vais a
tener? ¿Voy a ser tía? ¿Carlos lo sabe?
- No lo sé.
No lo sé. Aún no.
- Tienes que
decírselo, ¿te has hecho alguna prueba?
- Sí, dos
test de embarazo y… han dado positivo.
- ¿Has oído
Vane? ¡Voy a ser tía! –dije abrazando a mi amiga.
De repente…
algo en el interior de Vane quería salir, volver a vivir, disfrutar de esa
confesión. Primero fue el dedo índice de la mano izquierda.
- ¡Se ha
movido! –gritó Patri.
- ¿Qué son
estos gritos? ¿Qué pasa? –dijo Dani irrumpiendo en la habitación.
- ¡Se ha
movido! –gritamos las dos a coro.
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