Carlos:
¿Esperas a alguien?
Yo: No, ¿y
tú?
Carlos: ¡Qué
va!
Yo: Voy a
ver quién es…
Cuando
Carlos abrió la puerta, escuché una voz que me resultaba familiar.
Carlos:
¡María! ¡Es para ti!
Me levanté y
fui hacia la puerta. Era Coraima.
Yo: Hola
Cora, ¿ha pasado algo?
Cora: ¿Puedo
pasar, por favor?
Yo: Claro…
Fuimos al
salón y nos sentamos. Cogí a Cora de las manos para intentar transmitirle
confianza.
Yo: Cuéntame
nena. Carlos, ¿nos puedes dejar solas?
Carlos:
Vale, si necesitas algo ya sabes Cora…
Cora:
Gracias Carlos…
Carlos se
fue y cerró la puerta del salón.
Yo: A ver,
dime, ¿qué ha pasado?
Cora: Lo he
dejado con Sergio…
Yo: ¿Y eso?
¿Por qué?
Cora: Las
cosas no iban demasiado bien… además creo que…
Yo: ¿Qué
crees?
Cora: Creo
que está con otra…
No sabía qué
decir, así que hice lo que creía que tenía que hacer en ese duro momento.
Abracé a Cora con todas mis fuerzas. Coraima lloraba como una magdalena.
Yo: No
llores más pequeña.
Me separé de
ella y le limpié las lágrimas con las manos.
Yo: Cora, si
Sergio estaba con otra es porque no es el chico que te mereces, así que no
derrames una sola lágrima más por él. Tú mereces a alguien mejor. Alguien que
te haga feliz. Alguien que te quiera por encima de todas las cosas.
Cora: Gracias
por todo, María.
Yo: No las
des. Para esto estoy, ya sabes, siempre que quieras, Carlos te abrirá la puerta
y yo estaré aquí esperándote.
En ese
momento vibró mi móvil.
Cora: ¡Vaya!
Qué solicitada estás, ¿no?
Yo: ¡Ya ves!
¡Jajaja! Es Blas, ¿qué querrá?
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